Troxel WM, Trentacosta CJ, Forbes EE, Campbell SB. Negative emotionality moderates associations among attachment, toddler sleep, and later problem behaviors. J Fam Psychol Volume: 27, Issue: 1, Date: 2013 Feb , Pages: 127-36

Introducción. Las relaciones seguras padre-hijo están implicados en los procesos de autorregulación de los niños, incluyendo la capacidad para tranquilizarse a la hora de acostarse. El sueño, a su vez, puede servir como una vía que una la seguridad en el apego con los consiguientes problemas emocionales y de comportamiento en los niños.
Material y métodos. En este estudio se analizó la relación directa entre la seguridad del apego y los informes maternos de los problemas del sueño durante la niñez temprana y el grado en que el sueño sirve como una vía de enlace con problemas emocionales y de comportamiento comunicados posteriormente por los profesores. Los datos fueron extraídos de 776 díadas madre-hijo que participaron en el National Institute of Child and Human Development Study of Early Child Care.
Resultados. Después del ajuste estadístico de las características madre e hijo, incluyendo el sueño infantil y los problemas emocionales y de conducta a los 24 meses, no se encontraron pruebas de una relación directa y estadísticamente significativa entre la seguridad del apego y los problemas de sueño a los 36 meses, sin embargo, había una relación directa entre los problemas de sueño a los 36 meses y los problemas de internalización a los 54 meses. Los modelos que examinaron la influencia moderadora de la emocionalidad negativa infantil demostraron importantes relaciones directas entre la seguridad del apego y los problemas de sueño de niño y entre los problemas de sueño y posteriores problemas emocionales y de comportamiento, pero sólo en los niños que se caracterizaron por una alta emocionalidad negativa a los 6 meses. Además, entre este subgrupo, hubo una significativa relación indirecta entre el apego y problemas de internalización a través de los problemas del sueño.
Conclusiones. Estos hallazgos longitudinales implican el sueño como un factor crítico de unión entre un apego seguro y las dificultades de adaptación, sobre todo entre los niños temperamentalmente vulnerables.